Juegos de los 90’s que ningún gamer de hoy podría terminar
Los 90 fueron una era dorada para los videojuegos, pero también una época sin piedad. Antes de los tutoriales, los puntos de guardado y los modos “fácil”, los jugadores sobrevivían con reflejos, paciencia y pura memoria muscular. Era una generación que aprendía a base de prueba y error, con títulos tan despiadados que hoy podrían calificarse de tortura digital.
Aquí recordamos los juegos que definieron una década en la que perder no era el fin del mundo: era parte del camino.
Battletoads (1991)

Pocos juegos simbolizan la crueldad de los 90 como Battletoads. Lo que empezaba como un divertido beat ‘em up se transformaba rápidamente en una prueba de reflejos sobrehumanos. El nivel de las motos voladoras, con obstáculos imposibles y un ritmo frenético, aún atormenta a los jugadores que lo vivieron.
En modo cooperativo, la dificultad se duplicaba: los golpes entre jugadores eran posibles, así que la amistad podía acabar en segundos. La precisión milimétrica y los castigos brutales lo convirtieron en un ícono de la frustración, pero también en uno de los mayores logros para quienes lograron terminarlo.
Super Ghouls ’n Ghosts (1991)

Arthur, el caballero en calzoncillos, se convirtió en un símbolo de la perseverancia gamer. Super Ghouls ’n Ghosts exigía perfección: cada salto mal calculado significaba la muerte, y los enemigos parecían diseñados para castigar cualquier error.
Pero lo más cruel llegaba al final: para ver el verdadero desenlace, debías completar el juego dos veces seguidas. Sí, Capcom te obligaba a repetir toda la pesadilla. Su música épica, sus escenarios macabros y su diseño implacable lo convirtieron en una de las joyas más difíciles de Super Nintendo.
The Lion King (1994)

Un juego de Disney no debería ser una tortura… pero The Lion King rompió esa expectativa. Diseñado por Virgin Games con ayuda de los animadores originales de la película, su apariencia colorida engañaba. Detrás de las melodías alegres se escondían saltos precisos al milímetro, enemigos aleatorios y niveles que castigaban cualquier descuido.
El infame nivel “I Just Can’t Wait to Be King” se convirtió en una pesadilla para toda una generación. Incluso los desarrolladores admitieron años después que el juego fue intencionalmente difícil para que no pudiera rentarse y terminarse en un fin de semana.
Myst (1993)

Mientras la mayoría de los juegos apostaban por acción y reflejos, Myst desafió a los jugadores con inteligencia y paciencia. Sin enemigos, sin tiempo límite, solo un entorno misterioso lleno de acertijos que podían tardar horas (o días) en resolverse.
Sus gráficos prerenderizados y su atmósfera silenciosa creaban una experiencia inmersiva, pero también desconcertante. Resolver Myst sin ayuda era una hazaña. Fue un éxito comercial, pero muchos lo abandonaron tras quedar atrapados sin la más mínima pista sobre qué hacer.
Ecco the Dolphin (1992)

Un delfín heroico que viaja en el tiempo para salvar al océano de alienígenas suena adorable… hasta que lo juegas. Ecco the Dolphin es uno de los juegos más traicioneros de SEGA Genesis: laberintos sin dirección clara, límites de oxígeno implacables y enemigos submarinos que te acechan en la oscuridad.
Su atmósfera melancólica y su música ambiental creaban una sensación única de soledad y peligro. Ecco era tan hermoso como despiadado, y terminarlo sin guía requería una paciencia oceánica.
Super Castlevania IV (1991)

Konami llevó la saga Castlevania a un nuevo nivel con este título. Gráficamente impresionante y con una de las mejores bandas sonoras del SNES, Super Castlevania IV también fue un examen de reflejos y coordinación.
Los enemigos estaban colocados estratégicamente para arruinar tus saltos, y los jefes —de esqueletos gigantes a medusas voladoras— exigían precisión quirúrgica. Cada nivel era una obra de arte… y una trampa mortal.
Crash Bandicoot (1996)

El marsupial de Naughty Dog fue uno de los rostros del PlayStation original, pero detrás de su sonrisa traviesa se escondía un infierno de precisión 3D. Crash Bandicoot era rápido, técnico y despiadado: bastaba un salto mal medido para perderlo todo.
Los niveles con perspectiva frontal o trasera confundían la percepción de distancia, y los checkpoints eran escasos. Era un juego que parecía simple, pero dominado solo por los más disciplinados.
Oddworld: Abe’s Oddysee (1997)

Este título era tanto una obra de arte como un castigo. Abe’s Oddysee combinaba plataformas, sigilo y acertijos en un mundo oscuro donde cada error era fatal. Con un sistema de guardado limitado y controles exigentes, la frustración estaba garantizada.
Sin embargo, su historia —un esclavo que intenta liberar a su pueblo— y su estética cinematográfica lo convirtieron en una experiencia inolvidable. Morías cien veces, pero siempre querías intentarlo una más.
Silver Surfer (1990)

Temido por los jugadores del NES, Silver Surfer es la definición de castigo digital. Cualquier contacto con un enemigo o una pared significaba la muerte instantánea. El rango de movimiento era mínimo, y los enemigos aparecían sin aviso, dejando apenas fracciones de segundo para reaccionar.
Sumado a una dificultad absurda y un soundtrack frenético, Silver Surfer pasó de ser un cómic glorioso a una pesadilla en 8 bits. Solo los más obstinados lograban sobrevivir más de unos minutos.
Super Star Wars: The Empire Strikes Back (1992)

LucasArts demostró que en el universo de Star Wars no hay tregua. Este título basado en El Imperio Contraataca lanzaba a Luke contra hordas de enemigos, jefes gigantes y plataformas traicioneras.
El diseño de niveles era despiadado: incluso los fans más dedicados de la saga galáctica encontraban imposible llegar al duelo con Vader sin memorizar cada movimiento. Aun así, su ambientación y música midi hacían que cada intento valiera la pena.
Conclusión: cuando perder era parte del encanto
Los juegos de los 90 no te tomaban de la mano ni te daban segundas oportunidades. Cada derrota enseñaba algo, cada victoria sabía a gloria. Eran títulos que te hacían sudar, gritar y, finalmente, celebrar con orgullo.
Porque completar Battletoads o Super Ghouls ’n Ghosts no era solo jugar un videojuego. Era sobrevivir a una prueba de carácter. Y en eso, los gamers de los 90 eran verdaderos héroes del pixel.